La palabra calidad debe ser el objetivo de cualquier actividad desarrollada en la empresa. No puede ser parcial, debe ser global.

El cliente pretende un resultado de excelencia, de manera que no es posible cuidar un solo factor, sin tener en cuenta los restantes. Dicho de otra forma, la persecución de un objetivo limitado puede comprometer la satisfacción del cliente.

La calidad es, a la vez, una ventaja competitiva en el mercado y una herramienta de reducción de costes.